Se busca violín

Se me ha roto el violín.

No me malinterpretéis, no he pisado un conservatorio en mi vida. Hace mucho tiempo intenté aprender a tocar la guitarra, pero gracias a la torpeza que me caracteriza sólo conseguí cargarme una clavija, tener que pagarla y sumar una vocación frustrada más al cajón en el que guardo las cosas que me gustaría hacer pero que por el bien de la Humanidad no hago. Cantar era otra de ellas, y como podréis suponer, sólo lo hago en la ducha. Y cuando no hay nadie en casa, a poder ser.

¿Por dónde íbamos?

Ah si, el violín.

Hace tiempo vi un documental que decía que cada instrumento musical está relacionado con un sentimiento y un momento. El violín, por ejemplo, tenía que ver con el amor, la delicadeza, la seducción, la sensibilidad… Y todo ese tipo de cosas cursis de las que nunca queremos hablar pero que al final todos acabamos haciendo, diciendo y pensando. No importa lo altos que llevemos los pantalones.

Pues bien, no sé en qué momento alguien se ha metido hasta la cocina, ha cogido mi violín, le ha arrancado las tres cuerdas que le quedaban (la cuarta ya me la había cargado yo en otra ocasión) y después de jugar al tenis con lo que quedaba de él, le ha pasado un camión por encima y lo ha tirado a la basura. Eliminando así las pocas posibilidades que me quedaban de entablar cualquier tipo de conversación interesante con nadie que se depile y huela bien.

Sin ánimo de ofender a mis amigos, despertar por la mañana al lado de un maromo de pelo en pecho que apesta a cerveza y espaguetis y sólo sabe decir ‘pizza’ no es una idea que me resulte atractiva. Supongo que ni a mi ni a nadie.

El tema es que cuando se te rompe el violín, de pronto te ves completamente desprotegido, intentando tocar algo medianamente decente acompañado por una orquesta que parece haberse ido de farra la noche anterior y que no da pie con bola. Y al final lo único que tocas son las narices. Y mal.

Me explico: A una mujer no se le puede poner cualquier canción. No están hechas para las cosas simples, y éste es un hecho demostrado por siglos y siglos y más siglos de experiencia y calabazas.

Ellas saben lo complicada que es la vida por una simple razón. No vayáis a pensar que estar pendiente de que no se te meta un trozo de lechuga entre los dientes, no se te suba la falda, no meter el pelo en el plato y que no se te quede el pintalabios en la servilleta y todo esto manteniendo la espalda recta y las piernas cruzadas, es una tarea fácil. Porque no lo es. Así que qué menos que tocar un concierto de violín ante semejante despliegue de medios…

Por eso cuando les contáis que habéis tenido un día duro en el trabajo, a ellas les entra la risa. No importa que seáis agentes de la NASA y estéis trabajando en el lanzamiento del próximo cohete espacial. Ellas os pondrán cara de circunstancias, como pensando “¿De verdad crees que me importa una mierda la lata de Coca Cola esa que quieres mandar al espacio? He estado una hora depilándome, otra peinándome y otras dos buscando un par de medias que no tuvieran un agujero, y todo esto mientras hablaba por teléfono con una amiga y me fumaba un cigarro, gilipollas.”

Y no hay más que hablar.

Así que cuando no hay violín, intentas mentir con la intención de parecer interesante (una mentira piadosa, nada más…). Y lo haces porque en tu mente ingenua de persona simple y feliz piensas que como a ti te la han dado con queso dos mil veces, tú puedes hacer lo mismo. Pero no. A ellas no.

Ellas, te lo hagan saber o no, se dan cuenta. Por otra simple razón: están diseñadas para ello. En algún momento serán madres, y es como si estuviesen conectadas a un puto satélite y supieran en todo momento que en realidad no estás durmiendo en casa de Juan sino que te estás pillando una moña por todo lo alto en algún bar de mala muerte. Son como un polígrafo con tacones y rimmel, así que ante la duda siempre es mejor mantener la boca cerrada.

La siguiente opción es jugar el papel del ser indefenso. Partiendo del principio anterior, piensas que si inspiras ternura despertarás su instinto maternal. Esta es buena, pero tampoco funciona.

Ha quedado demostrado que ellas son los únicos seres capaces de tratarte como a un hijo tonto durante meses (“deberías fumar menos, bebes demasiado, no corras tanto con el coche, ese videojuego te va a absorber la última neurona que te queda, deberías hacer más deporte…”) para, un buen día, cuando les preguntas qué camisa te queda mejor, contestarte un “NO SOY TU MADRE”. Ala, para que vuelvas.

Es entonces cuando decides dejarte de tonterías y tirar de sensualidad. Y ahí vas tú, te echas el pelo hacia atrás, das un sorbo a la copa, te colocas los pantalones, te aclaras la garganta, das otro sorbo a la copa, entrecierras los ojos, frunces el ceño y te acercas a ella.

Pero ella, lejos de ver a un clon de George Clooney, ven a un tío que huele a ginebra y que tiene cara de necesitar ir al servicio urgentemente. Por otra simplísima razón: la persona en la que piensan mientras se visten es en realidad la única con derecho a desvestirlas. Y si no eres tú, mala suerte, otra vez será. Es algo así como cuando te pedían el carnet en la puerta de una discoteca y tú intentabas pasar con el dni de tu hermano mayor y no colaba.

Total, que acabas apoyado en la barra pidiendo otra copa y contándole tus penas a tus amigos, los cuales directamente no han visto un violín en su vida y se piensan que conquistar a una mujer viene a ser lo mismo que pastorear ovejas en los Alpes Suizos, con una pandereta. Pero por lo menos están ahí.

En fin, puede que lo vuelva a intentar con la guitarra.

«Life is like playing a violin solo in public and learning the instrument as one goes on» – Samuel Butler

ECGXIII.

20 thoughts on “Se busca violín

  1. Por favor, sigue escribiendo. Me paso tardes y tardes releyendo los posts, algunos me los sé casi de memoria. Me parecen simplemente perfectos. A mi me encanta escribir y no hay mejor inspiración para mi que tu blog, te lo aseguro. Me encantaría conversar un día contigo, esas palabras que escribes seguro que provienen de una gran cantidad de historias tuyas. No dejes nunca de escribir!

  2. ¡Hey, Gatsby!
    He empezado a leerte hace relativamente poco y me encanta lo que he visto por ahora. Éste ha sido de los buenos. Eres muy fresco y directo. Es sorprendente ver la visión que tienes de nosotras y tu forma de reflejarla: divertidísima. Gracias a ti (y demás lecturas, no puedo darte todo el mérito), me mantengo escribiendo, una de mis pasiones (mi instrumento). Un saludo y gracias. Espero que sigas escribiendo mucho tiempo.

  3. No dejas de sorprenderme. Me encanta como escribes. Gracias por haber hecho de San Valentín un día un poco menos solitario. Un abrazo Gats.

  4. Hombre, yo creo que cada uno de vosotros venís con un violín de serie, al cual, efectivamente de vez en cuando se le rompen las cuerdas, y aunque algunos se empeñen en hacerles un nudo para ir tirando o les pidan a algún colega el suyo con las cuerdas impolutas, hasta que no se decidan a cambiar las suyas propias no hay nada que hacer.

    Con ello lo que digo, es que da igual que tengas un Stradivarius original, o que el tuyo se trate de uno de plástico del chino de abajo, siempre habrá alguna fémina que caerá rendida al sonido de sus cuerdas, porque al final todos los violines tienen su público.

    Me ha encantado tu post!!! y viendo como escribes, estoy convencida que tu violín debe ser uno de los buenos, así que vete corriendo a una tienda a cambiarle las cuerdas que seguro que ya hay una ristra de fans esperando a que las conquistes debajo de tu casa.

    http://baldegizer.blogspot.com.es/

    1. Baldegizer, te hice caso y lo tengo en reparación. Lamentablemente, no hay nadie debajo de mi casa, pero ya sabemos que cuando quieres algo lo único que tienes que hacer es salir a buscarlo. Así que cuando se acabe éste maldito frío que no deja ni pensar, me pondré a ello. Gracias!

  5. Enhorabuena por tu blog. Personalmente creo que muchas veces son ellas las que te dan su violín roto y te covencen de que siempre ha sido tuyo. Creo que está mitificado eso de ‘la necesidad del hombre’ y el papel de ‘si yo quiero, y sólo si yo quiero’ de la mujer, todo tiene su perspectiva. Pero quizá deberías jugar sin miedo y darle su violín, que seas tú quien maneje la situación y ella quien se coma la cabeza para conseguir entrar en tu mundo. Nada atrae más que lo (im)posible y todos sabemos que en esto de la música lo mejor es cuidarte a ti mismo y cuidar lo que aprendes a tocar. El egoismo puede ser precioso. No lo olvides.

    Un saludo.

    1. Chinaski, me gustaría decirte que no tienes razón, pero supongo que eso sería negar que existen las perspectivas y que a veces uno puede decir que no tiene la culpa de todo. Lo cual sería terrible. Me apunto el consejo, el egoísmo sano a veces es un condimento necesario para ser todo lo feliz que uno cree que merece ser. Gracias y un saludo!

  6. Tu violín ha servido para conocer así de bien a las mujeres, que no es poca cosa; ya cuentas con el mejor arma. Ahora, rescata tu violín, que seguro que no está tan inutilizable como crees, sácale brillo, ponle un par de cuerdas nuevas, y de nuevo a la función. Qué mejor momento que un nuevo año para restaurarlo y revalorizarlo.

    Gracias, una vez más, por tan conseguidas palabras.

    1. Gracias Ana, efectivamente han sido muchos años de violinista en un tejado. Espero que como dices este 2014 me devuelva mi viejo violín. Gracias a ti por pasarte por aquí.

  7. Gatsby, ojalá algún día nos encontremos en una barra de bar, con un gin tonic a mano y podamos discutir sobre estos temas trascendentales…. me encantaría darle una visión femenina sobre éste y otras disertaciones.

    Mientras tanto, me conformaré con que me sigan pidiendo el DNI en las discotecas y acordándome de ud cada vez que lo hagan.

    1. Mart, si todavía te siguen pidiendo el dni para entrar en las discotecas es que tienes mucho tiempo por delante para disertar con un gin tonic a mano. Y sí, sería un placer coincidir en la barra de un bar. Gracias

  8. Señor Gatsby, muy trágico-sentimentalista empieza ud. el 2014! En su disertación sobre todo esos «papeles» a interpretar delante de una chica, se le olvida quizá el más importante de todos: ser uno mismo. A mi personalmente, no hay nada que me guste más que una persona auténtica. Puede que esa sea la clave en la que debiera ud. tocar su violin (aunque solo tenga una cuerda y para el resto de la humanidad suene desafinado, si es auténtico a ella le apasionará).

    Arriba esos ánimos!

    1. Querida Trebol, tienes toda la razón, una vez más. Eso no quita que, si puedo elegir, prefiero tener una orquesta en condiciones. No pretendía sonar especialmente triste, pero parece ser que así ha quedado. ¡Gracias por tus fieles visitas al cajón y por el consejo!

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