Mala hierba

“El éxito de un hombre no se mide por lo alto que llega, sino por lo alto que rebota cuando toca fondo.”
George S. Patton

Un día de enero de hace ya muchos años, caminando por el campo, le pregunté a mi padre qué eran esas flores tan raras que había por todas partes.

Crecían en cada esquina, bajo las piedras; trepaban las tapias, dentro y fuera del jardín. Crecían sin orden, por encima de las amapolas y entre los girasoles. Siempre estaban ahí, sin importar el día, el mes o el año. Ni siquiera las heladas de las primeras semanas del año las hacían desaparecer. Eran diferentes, se agarraban al suelo con fuerza, como si supieran que, tarde o temprano, alguien vendría a arrancarlas.

Mi padre me explicó que no eran flores, sino malas hierbas. Plantas salvajes que nacen en cualquier lugar, justo donde nadie quiere que nazcan. Y da igual que las arranques, volverán a crecer. Me dijo que por muchas veces que intentes matarlas, siempre encontrarán la manera de salir de la tierra, sin importar lo que les planten alrededor. Se adaptan al medio y se extienden sin prisa, pero sin pausa.

Supongo que él no se dio cuenta, pero aquella mañana de invierno mi padre me explicó algo que, años más tarde, comprendí: en la vida hay dos tipos de personas: las que viven cayéndose y los que viven levantándose.

Si lo piensas bien, ambas acciones, al fin y al cabo, nacen de un mismo proceso: para caerse hay que estar de pie y para levantarse de nuevo hay que haberse caído. Sólo cambia la parte con la que te quedas. El enfoque lo es todo.

Cuando creces, te das cuenta de que el mundo está lleno de gente dispuesta a dejarse regar. Ya sabes, flores de jardín que han aceptado que la vida es eso que pasa entre que te plantan y llega el invierno. Supongo que es respetable pensar que lo mejor que te puede pasar es terminar luciendo bonito dentro de un jarrón, en la esquina de una mesa donde a veces pegue el sol. Y no pasa nada. Tiene que haber de todo y, en el fondo, también supongo que son esas personas las que hacen que la Tierra siga girando.

Sin embargo, a medida que caminas, te encuentras con que existe otra clase de personas, que no entienden de macetas, que no suspiran por jarrones. Te gustarán o las odiarás, pero, sin duda, te darás cuenta de que están ahí, luchando por abrirse paso donde se supone que no deberían estar.

Siempre crecerán, en todas partes, trepando los muros que les corten el paso y disfrutando del paisaje que las amapolas solo pueden imaginar, aferrándose a sus sueños con fuerza, sin dejar que nadie se los arranque. Se hacen fuertes en el desastre y saben esperar pacientes a que llueva, levantándose una y otra vez.

Y da igual lo que pase, siempre encontrarán la manera de salir de la tierra, sin importar lo que les planten alrededor.

Estas son, sin lugar a duda, las personas que ponen el mundo del revés.

Déjate de margaritas,
Mala hierba nunca muere.

ECGXIII.

24 thoughts on “Mala hierba

  1. Me uno a los agradecimientos y celebro que estés de vuelta. Leyendo los comentarios no hay duda que estás haciendo iba gran labor, es tu forma de ayudar, de aportar algo al mundo, de hacer un Internet diferente y al fin y al cabo de hacer que cada mes revise a ver si ha salido un nuevo escrito.

    Como ya te dije alguna vez me inspiras.

    Un abrazo enorme amigo/a.

    Javi

  2. «Te encuentras con que existe otra clase de personas, que no entienden de macetas, que no suspiran por jarrones».
    Una de las frases más ciertas que has podido escribir, Gatsby. Y suerte la que tenemos quienes nos rodeamos de seres así, o incluso que vamos camino de intentar serlo. Al fin y al cabo, mala hierba nunca muere!
    Gracias, justo cuando vengo de hacer un viaje en el que me he dado cuenta de que hay muchas personas así repartidas por el mundo. Como siempre, en el momento exacto, el momento perfecto.

  3. Querido Gatsby,
    Quizás sea yo, quizás lo piensen todos los que te seguimos desde hace tiempo pues para mí es todo un honor leerte de nuevo. Siempre vuelves, que es lo importante, pero también estás, sin saberlo, ayudándome con una enfermedad que creía que no podría llegar a superar. He de decir, sin lugar a dudas, que hoy brindo por ti.
    Mil gracias,
    Un cordial saludo.

  4. Llevo mucho tiempo leyéndote y encontrando en ti la inspiración que necesito en el momento justo para seguir adelante con mis ganas de soñar y luego, de hacerlo realidad. Nunca dejes de ordenar tus pensamientos (y mostrarlos con esta profundidad tan propia de ti) para que personas como yo, desordenemos los nuestros en busca de lo que nos mantiene despiertos. Solo quiero que sepas que hay alguien que cada vez que necesita ese clic para levantarse y volver a crecer sea donde esté, acude a ti. Gracias Gatsby!

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